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Palabras, gestos y miradas que dejan huella


En un colegio de Chile había dos estudiantes, David y Magdalena, él del 5°A y ella del 5° B.


Muchas veces David llegaba al colegio un poco tarde, y su profesora le decía: “Otra vez tarde, cómo no puedes levantarte más temprano.” David se sentaba en su mesa y sacaba las cosas de su mochila, y cuando se le caía el estuche y se desparramaban algunos lápices, su profesora exasperada lo retaba: “Y más encima llegas haciendo ruido e interrumpiendo, eres muy maleducado.” David tratando de hacerlo rápido recogía los lápices, se sentaba y ponía atención a la clase.


Más adelante en el día, David podía estar un poco distraído en la clase, y justo la profesora le pedía que contestara en voz alta una pregunta, David se quedaba en blanco, y sin encontrar más palabras decía “no sé”. La profesora muy enojada, le pedía: “Tienes que concentrarte más, nunca estás atento, por eso tienes tan malas notas en esta clase.” Al terminar el día, a veces David iba con un grupo de compañeros a contarle a su profesora sobre sus partidos de fútbol del fin de semana y la profesora les decía: “¡Qué entretenido!, ojalá David llegue a tiempo a los partidos.”


Profesora leyendo un libro a niño y niña

Muchas veces Magdalena llegaba al colegio un poco tarde, y su profesora le decía: “Hola Magdalena, has llegado algunos días tarde esta semana. me interesa que llegues temprano porque así no te pierdes nada de la clase. ¿Qué crees que puedes hacer para lograrlo?” Magdalena se sentaba en su mesa y sacaba las cosas de su mochila, y cuando se le caía el estuche y se desparramaban algunos lápices, su profesora muy tranquila pedía: “¿Alguien puede ayudar a Magdalena a recoger los lápices?”. Dos compañeras ayudaban a Magdalena a recoger los lápices, y luego se sentaba y ponía atención a la clase.


Más adelante en el día, Magdalena podía estar un poco distraída en la clase, y cuando la profesora le pedía que contestara en voz alta una pregunta, Magdalena se quedaba en blanco, y se encogía de hombros. La profesora comentaba con amabilidad: “Parece que no estabas tan concentrada, mira el pizarrón y te preguntaré de nuevo después.” Al terminar el día, a veces Magdalena iba con un grupo de compañeras a contarle a su profesora sobre sus partidos de voley del fin de semana y la profesora les decía: “¡Qué entretenido! Den su mejor esfuerzo y disfruten.”


¿Qué crees que ha pasado con David y Magdalena en el futuro? ¿Quién habrá tenido una mejor experiencia en la escuela? ¿Quién tendrá mayor seguridad en sí mismo? ¿Quién estará más dispuesto a enfrentar desafíos?


En Abril, mes de la campaña Herencia Inconsciente de la red Cuidemos la Infancia, desde Fundación ama+ estamos entregando algunos tips e ideas sobre cómo mejorar la herencia que dejamos a los estudiantes con nuestras palabras, gestos y miradas. La forma en cómo nos comunicamos con los estudiantes, especialmente cuando no tienen el comportamiento esperado, puede marcar etiquetas que a veces se llevan por toda la vida. 

La comunicación interpersonal tiene dos elementos: actitud y comportamiento.


La actitud se refiere a cuánto me importa o no me importa la otra persona. El comportamiento se refiere a la forma en que comunicamos esa actitud, las palabras que decimos o el lenguaje corporal que adoptamos. 


En general las profesoras y profesores tienen muy buena actitud, de verdad se preocupan por sus estudiantes y quieren lo mejor para ellos y ellas. Probablemente la profesora de David sólo tenía la intención de ayudarlo a mejorar ciertos aspectos. 

La actitud es algo sobre lo que cada uno debe tomar conciencia. Los comportamientos muchas veces no reflejan la actitud, no por mala intención sino por falta de habilidades comunicativas. Lo bueno es que las habilidades son más fáciles de mejorar que la actitud. Requiere práctica y entrenamiento, pero siempre se puede aprender a ser más empáticos y asertivos. 


Te compartimos cuatro estrategias de comunicación para corregir:


  1. Céntrate en el problema y no en la persona como un problema. Describe específicamente el problema que genera el comportamiento y elimina cualquier juicio personal.

  2. Muestra cuál es la alternativa al comportamiento no deseado, explica con claridad tu expectativa. Decir “no molestes a tu compañera” , no es lo mismo que “mantener silencio cuando alguien está intentando poner atención en clases es una señal de respeto y amabilidad.”

  3. Da sentido a las normas. Muchos estudiantes no siguen las normas porque no entienden el por qué existen. 

  4. Frente a las buenas noticias o algo que te cuenten tus estudiantes, no trates de aprovechar ese momento para corregir algo, no habrá ningún aprendizaje, más que sentirse mal. Aprovecha ese momento para reforzar lo positivo y mostrar confianza en las capacidades.


En Fundación ama+ tenemos un curso genial para aprender habilidades para comunicarnos con los estudiantes y lograr una disciplina restaurativa y formativa: ambientes AVC para la motivación escolar.


Si quieres conocer más te invitamos a leer nuestro blog, donde encontrarás tips, reflexiones y evidencias para llevar el aprendizaje socioemocional de manera consciente en la escuela.



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