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MEDICIÓN SOCIOEMOCIONAL: Lo que hay que saber primero


El Ministerio de Educación ha comunicado que a través de la Agencia de la Calidad en Educación, se prepara para realizar una medición o evaluación en Matemáticas, Lenguaje y en el ámbito socioemocional. Incluso algunas notas de prensa señalan que el Ministerio ha pedido dar prioridad a este último ámbito.

Aunque a primera vista parece muy positivo, habrá que esperar el tipo de medición que se proponga a las comunidades escolares, porque medir el aprendizaje o desarrollo socioemocional no es lo mismo que medir aprendizajes académicos y tiene complejidades que hay que abordar, de lo contrario esta bien intencionada acción puede terminar siendo inútil, e incluso perjudicial para ciertos estudiantes y comunidades escolares.

Sin duda debe rescatarse que se quiera dar relevancia a un ámbito que cada vez adquiere más relevancia a medida que aumentan progresivamente los estudios que demuestran su importancia para el óptimo desarrollo de los estudiantes.

La medición socioemocional es una disciplina que los expertos consideran bastante nueva y en desarrollo. Esto significa que se está estudiando cuáles son los mejores instrumentos para medir efectivamente el aprendizaje o desarrollo socioemocional en estudiantes y en adultos. Y aunque está en desarrollo, es deseable que las escuelas y sostenedores empiecen a medir este ámbito, porque el desarrollo de las competencias socioemocionales tiene un tremendo impacto en el desempeño y bienestar de los estudiantes, durante su trayectoria escolar y en su futuro. Pero no es algo que se pueda hacer sin una planificación previa y sin considerar algunos lineamientos que ya han sido señalados por organismos expertos tales como CASEL (Collaborative for Academic Social and Emotional learning) y AWG (Assessment Work Group).

En primer lugar la medición socioemocional no puede ser usada para hacer diagnósticos sobre los estudiantes, sino para entender cómo se están desarrollando las competencias socioemocionales de los estudiantes en el tiempo. El Aprendizaje Socioemocional (ASE) es un proceso que ocurre en el tiempo, y es importante entender muy bien las etapas de desarrollo socioemocional en las personas. Hay competencias que pueden aparecer temprano, como la capacidad de identificar algunas emociones, pero muchas otras no, como la capacidad de anticipar consecuencias de las propias decisiones, según el desarrollo cerebral de los niños, niñas y adolescentes. Esto implica que no se puede hacer la misma medición a niños de primero básico que a los de cuarto medio, es necesario conocer los estándares de desarrollo socioemocional para cada etapa, entender cuáles competencias se quiere medir (el ASE es mucho más que regular emociones y desarrollar la empatía) y luego decidir el instrumento.Por otra parte, los diagnósticos, para identificar estudiantes con problemas de salud mental, por ejemplo, deben ser hechos por especialistas (que no son profesores) y con otro tipo de instrumentos más apropiados para ello. Es muy peligroso que, a partir de un instrumento de medición socioemocional se determine que un estudiante está en una situación de violencia, por ejemplo.

Los expertos sugieren con mucha fuerza que la medición socioemocional se centre en medir desde las fortalezas, porque no busca encontrar problemas y déficits, sino ver el progreso del desarrollo socioemocional en una comunidad escolar a lo largo del tiempo, y en conjunto con la implementación de una adecuada gestión del ASE. Si no hay un plan de gestión del ASE no tiene sentido medir los avances. Esto es muy importante porque las escuelas deben tener muy claro por qué y para qué quieren medir lo socioemocional. Al igual que sucede en Matemáticas o Lenguaje, ámbitos en que los profesores tienen muy claro, a partir de los resultados de una prueba, cuáles son las acciones que deben tomar. Por ejemplo, si se hace esta medición, y resulta que la escuela se da cuenta de que sus estudiantes han estado muy estresados durante la cuarentena, ¿qué van a hacer con ese resultado? ¿están preparados para entregar herramientas para el autocuidado y manejo del estrés a todos los estudiantes? ¿tienen ya un plan de intervención?

Por otra parte, una medición socio emocional centrada en los déficits, puede ser muy dañina si con ella se toman decisiones relevantes sobre la vida de los estudiantes y sus familias. Para ilustrar esto, supongamos que se les pregunta a los estudiantes sobre la frecuencia con que, durante la cuarentena, han experimentado estrés, soledad, frustración y tristeza, y se observa que en general han sido emociones muy prevalentes. Se pueden sacar ciertas conclusiones erradas si no se ha medido al mismo tiempo, o en vez de, otras emociones positivas como alegría, gratitud, esperanza, amor. El que las personas sean capaces de activar emociones positivas en situaciones adversas es uno de los principales indicadores de resiliencia. Siguiendo con el ejemplo, la escuela podría detectar que aún cuando han habido muchas emociones negativas, sus estudiantes también han experimentado muchas emociones positivas, y entonces las decisiones serían completamente diferentes. Probablemente la escuela se enfocaría en potenciar aún más ese factor de resiliencia.

Ya hay muchas voces alertando del mal estado emocional con que llegarán los estudiantes a clases, sin duda muchos lo harán, pero no podemos estar esperando lo peor de todos. Esta actitud demuestra un sesgo peligroso que se puede introducir en las mediciones, especialmente hacia los estudiantes más vulnerables. Puede ser que muchos estudiantes, aunque vivan en condiciones difíciles, tengan buenos recursos de resiliencia. Si nos enfocamos en medir el déficit, seguro que lo vamos a encontrar. La medición siempre es parcial. Si nos enfocamos en medir fortalezas, también las vamos a encontrar. Y ¿qué tiene prioridad para crecer en este momento? Es una buena pregunta que los líderes escolares deben plantearse. Las fortalezas son los recursos personales con que contarán los estudiantes para salir adelante, recuperar clases, mejorar su desempeño y su bienestar.

Hay que tener cuidado con el tipo de preguntas, ya que la medición socioemocional tiene un impacto no sólo sumativo, sino formativo. Esto quiere decir que la medición es en sí misma es una intervención. Cuando se mide, indirectamente estamos diciéndoles a los estudiantes que lo que se mide es importante por alguna razón, dirigimos la atención de quien contesta hacia algo que quizás antes no existía en su mente como posibilidad. Normalmente las mediciones socioemocionales son de autorreporte o de observación de terceros (apoderados, profesores). Si le preguntamos a los estudiantes algo como “¿Con qué frecuencia fuiste capaz de mantener la calma aún cuando las personas a tu alrededor estuvieran estresadas?”, el estudiante tendrá que hacer un proceso de reflexión sobre un comportamiento positivo y además incorpora algo muy relevante, mantener la calma parece ser algo bueno o deseable. Se genera el mismo proceso, pero en negativo, si le preguntamos “¿Con qué frecuencia perdiste el control cuando todos a tu alrededor estaban estresados?”. En este segundo caso lo hago focalizarse en sus peores momentos e incluso puede interpretarse como que se es víctima de las circunstancias. Este ejemplo busca revelar que construir un instrumento de medición socioemocional es algo delicado y complejo que tiene que considerar muchos aspectos.

Un aspecto que quisiera abordar en este artículo, es que hay muchas limitaciones de los instrumentos de medición socioemocional. De partida, los expertos señalan que los instrumentos que se están desarrollando, aunque se ven promisorios, aún son muy nuevos y están en proceso de ser validados y estandarizados. El autorreporte es lo que más se usa hasta ahora para hacer mediciones a gran escala, por temas de recursos. Las pautas de observación de terceros son más costosas de implementar y también tienen sus sesgos si quienes las aplican no ha sido debidamente entrenados. Imaginamos que la medición que está preparando el Ministerio es de autorreporte, para estudiantes con suficientes habilidades de lecto escritura, es decir a partir de tercero o cuarto básico. El autorreporte, si no es anónimo, pierde mucha credibilidad, especialmente si los estudiantes perciben que se pueden tomar decisiones sobre ellos o sus familias a partir de los resultados. Por eso, insistimos, la medición socioemocional sirve para medir la trayectoria del ASE en el tiempo, no basta con una fotografía de un momento determinado, y no tiene sentido hacerlo si no está claro qué se hará con los resultados en términos de acciones concretas para mejorar las competencias socioemocionales.

Por último, sugerimos que sería tal vez más provechoso hacer una medición socioemocional de competencias a los adultos de la comunidad escolar antes que a los estudiantes, enfocada en las fortalezas y considerando todo lo planteado en este artículo. Los adultos son quienes deberán estar muy equipados con buenos mecanismos de autorregulación y resiliencia, para contener y sobre todo modelar para sus estudiantes las mejores formas de salir adelante, perseverar y enfrentar los desafíos del aprendizaje.

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