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Comunidades Positivas


Ya se ha ido el primer semestre de este año escolar, y en muchas comunidades escolares queda la sensación de agobio, estrés, conflicto y desregulación emocional. Se aprecia una gran necesidad de estrategias que ayuden a enfrentar los desafíos escolares, en especial los conflictos, de maneras más positivas y optimistas.


El estudio de las organizaciones positivas nos ofrece interesantes lecciones sobre qué valores y actitudes se pueden promover en una comunidad escolar, para enfrentar los conflictos, que siempre estarán presentes, de una manera constructiva (Pearlstein, 2012). Son elementos específicos que favorecen la resiliencia, la construcción de vínculos positivos y actitudes colaborativas al momento de resolver un conflicto.


1. Favorecer la autonomía y la sensación de control.


Las personas, incluídos los niños, niñas y adolescentes, tenemos una necesidad psicológica básica que es la autonomía, el saber que podemos tomar decisiones sobre nuestra propia vida. Cuando esta autonomía es coartada consistentemente decae nuestro ánimo y esperanza, porque se genera la sensación de que no podemos controlar lo que nos sucede. Esto no significa que no haya reglas o que los líderes no puedan tomar decisiones por sí mismos. Pero dentro de un marco normativo claro, las personas en la comunidad escolar, tienen que tener espacios para la toma de decisiones. Ya sea en una clase, o en relación al trabajo docente, se puede planificar intencionalmente el dar alternativas sobre cómo hacer las cosas.

Cuando hay conflictos, si las personas sienten que no tendrán nada qué aportar a las soluciones porque siempre serán “obligados” a acatar decisiones unilaterales, esa sensación de control se pierde y disminuye la motivación a la colaboración.


2. Cultivar el perdón.


Muchas veces los adultos obligan a los niños y niñas a pedirse perdón y a perdonar, lo cual es bastante inefectivo porque el perdón es una actitud más que una palabra o gesto. Los estudios sobre el perdón indican que es una actitud que permite regular las emociones negativas de odio, rabia y resentimiento, y favorece el bienestar de quien la practica. El perdón no significa olvidar ni tampoco obliga a “hacerse amigo” de quien ha provocado un daño. Tiene que ver con entender que seguir enojado o resentido con otra persona es más dañino para uno mismo que para el otro, y eso permite seguir adelante.

Para cultivar el perdón, ante todo los adultos debieran mostrar con su ejemplo, cómo se comportan cuando los estudiantes cometen alguna ofensa. ¿Estamos recordando permanentemente lo que pasó aquella vez? ¿Etiquetamos? ¿Damos nuevas oportunidades?

Cultivar el perdón tiene que ver con cómo enfrentamos el error, si lo transformamos en una verdadera oportunidad de aprendizaje o si se transforma en un karma para quien se equivoca.


3. Desarrollar la creatividad.


Este factor también se relaciona con la cultura del error predominante en la comunidad escolar. Los procesos creativos necesariamente pasan por numerosos ensayos y errores, y si no existe ese espacio, la creatividad muere. Para ser creativos necesitamos poder experimentar sin temor a ser castigados por pensar diferente, por decir cosas medio “locas”, por proponer alternativas que pueden parecer insólitas. El pensamiento creativo se sustenta en el pensamiento generativo, a nadie se le ocurren ideas brillantes todo el tiempo y de la nada.

Por eso es fundamental cuidar los espacios de la equivocación eliminando la burla, y agradeciendo o valorando el esfuerzo de pensar diferentes alternativas.


4. Promover los actos de bondad y generosidad.


Así como muchas veces los adultos tratamos de “obligar” el perdón, también a veces tratamos de “obligar” la generosidad. Para cultivar la bondad y la generosidad, además de modelar, es importante apreciar y agradecer los pequeños actos generosos que ocurren cada día en la escuela. Desde que se prestaron los materiales, alguien preguntó por el compañero ausente, compartir la colación, recoger los papeles para que los auxiliares no tengan tanto trabajo, ayudar al profesor a poner la ppt., etc. La bondad está ocurriendo, sólo que a veces no la vemos y pasa desapercibida. Al poner foco en la bondad que está ocurriendo esta se amplifica y se potencia. Luego, será mucho más fácil la colaboración en momentos en que se requiera más generosidad aún, ya sea en un proyecto social o de beneficencia o incluso cuando haya que perdonar y resolver un conflicto. La práctica de la bondad y el foco en la bondad de las personas aumenta la confianza en los otros favoreciendo la gratitud y el perdón. Si somos capaces de ver la bondad en las personas crece la esperanza de que en cualquier conflicto primarán las buenas intenciones más que la intención de dañar.



5. Cultivar la gratitud.


Los estudios sobre los beneficios sobre la gratitud son numerosos, y muestran que es posible cultivar prácticas que favorezcan la gratitud. lamentablemente en muchas organizaciones humanas prima un sesgo hacia lo negativo de la realidad, olvidando todos los aspectos positivos que también existen. La gratitud implica poner atención a las cosas buenas que tenemos, no de una manera antipática, sino con perspectiva. Este año 2022 por ejemplo, para muchas escuelas ha significado un tremendo esfuerzo de normalización con mucho desgaste, pero poco se ha resaltado y celebrado el hecho de volver a estar juntos presencialmente en la sala de clases. Desde todo lo negativo que se vivió en la educación a distancia pasamos rápidamente a todo lo negativo de los déficits que traían los estudiantes por haber estado encerrados, y ha habido pocos momentos para disfrutar el simple hecho de estar juntos.

Se puede cultivar la gratitud con prácticas sencillas de celebración que dirijan la atención a lo bueno que tenemos. Ante todo los adultos deben mostrar la gratitud con gestos o palabras de aprecio. Si es algo que se vive constantemente es una actitud contagiosa que incluso se traslada a los momentos de conflicto, favoreciendo la apertura a las posibles soluciones.


El próximo semestre viene lleno de desafíos y es cierto que habrá conflictos, pero la capacidad de resiliencia es algo que se puede construir en el día a día, con acciones planificadas, una mirada positiva de la realidad y la participación de todos los actores de la comunidad escolar.


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